Lo que hace un obrero para armar un artículo de autoparte.
Lo que hace una enfermera para tener las jeringas, los medicamientos y alimentos a punto para el enfermo.
Lo que hace la vendedora para abrir temprano y atraer clinetes con descuentos innovadores y atractivos.
Lo que hace un administrador o gerente para que se optimicen los recursos y gastos.
Lo que hace a un político honesto [que hacen falta] al invertir el dinero del erario público en más y mejores obras.
Lo que hace el ver [que no chismosear], las cosas que hacen los demás por el sólo hecho de que cumplieron su objetivo.
Hemos de aprender a valorar el trabajo de otros,desde la más insignificante naranjita o pepenador hasta el mérito de tal empresario, empresa [Bimbo, i.e.] o fundación. En el plano personal, la mayoría de las veces pediremos no sólo se nos valore, sino que se nos reconozca ese esfuerzo por hacer nuestra labor, que, sin duda, la construimos cada día. Se gesta no únicamente con el sudor propio sino con la inteligencia, la razón, lo que hace a cada vida irrepetible cada una con su justo mérito y reconocimiento.
Aunque muchas veces no se reconozca al otro, su trabajo está ahí. Debemos de, como servidores públicos, reconocer el valor de cada trabajo, de cada intento, cada paso, cada logro, cada suspirar, eso es lo que si no marca la vida, sí la va construyendo: la diferencia la marcamos tú y yo, aprendiendo cada día en el andar cotidiano y colaborar en emprender eso que dará la diferencia, para salir del muchas veces letargo que vivimos en la rutina del trabajo o de la escuela y que, si emprendemos difernetes estrategias para diferentes situaciones seguro que lo aforntaremos con éxito y dejará huella -en la familia, en la comunidad, en la sociedad, la nación- lo que da a cada uno un toque personal por hacer lo que hace que seamos.
Bien Bernardo veo que Dios ha trabajado mucho tu corazón felicidades!
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